“Sabes,
creo que sos la persona más buena que conocí, se que si estuviéramos juntos,
nunca me lastimarías”
Siento
todavía sus manos rozar mis mejillas. Su expresión era fría, pero su rostro tan
bonito como una fotografía. Podía sentir mi respiración entrecortada, estar en
su cama y escucharlo hablar, verlo reír o manejar y olvidar por completo
cualquier mal que existía. Su mirada fija en la mía me hacia cerrar los ojos, y
recordar el calor de una estufa en invierno o un té con mandarinas. La sonrisa que nunca muestra, esa que tanto odia y podía hacerme
hacer cualquier cosa. Si pudiera algún día saber más que con palabras, que tan entregada
pude haber estado. Que tan bien pude haber llenado sus huecos vacios, su
soledad. Pero le costaba tanto entender, tanto creer que alguna vez hubo alguien ahí, solo
para él. Hay personas que viven más que otras, hay algunas que solo existen; hay quienes
saben de música y otras, solo bailan. Creemos que todo pasa por algo, que ningún
error nos define. No sabemos cuánto tiempo dura un mal momento, ni a qué hora alguien
comienza a querernos, y aunque nos cueste creerlo, no viviremos pendientes de
la agonía de las obsesiones ni del mal que nos hacía, porque siempre hay
personas nuevas en el camino, siempre hay nuevas oportunidades.