Un día, un pensador indio hizo la siguiente pregunta a sus discípulos:
-"¿Por qué la gente llora cuando está enojada?"
-"Ellos lloran porque pierden la paz", dijo uno de ellos.
-"¿Por qué llorar si hay una persona a su lado?" de nuevo, dijo el pensador.
-"Bueno, lloramos porque queremos que la otra persona nos escuche", dijo otro alumno. Varias respuestas se dieron, pero no convenció al pensador.
Luego dijo: "El hecho es que cuando dos personas están enojadas, sus corazones están muy lejos. Para cubrir esta distancia es necesario gritar para oírse”. Cuanto menos se oigan, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro. Por otra parte, ¿qué sucede cuando dos personas están enamoradas? No gritan, hablan en voz baja. ¿Y por qué?
Debido a que sus corazones están muy cerca, la distancia entre ellos es pequeña. A veces, sus corazones están tan cerca que ni siquiera hablan, sólo susurran. Y cuando el amor es más intenso, no es necesario siquiera susurrar, sólo mirar. Sus corazones están destinados.
Por último, el pensador concluyó: "No digas palabras que se puedan espaciar, porque llegará un día en que la distancia reunirá los espacios y no habrá más que el camino de regreso."
-"¿Por qué la gente llora cuando está enojada?"
-"Ellos lloran porque pierden la paz", dijo uno de ellos.
-"¿Por qué llorar si hay una persona a su lado?" de nuevo, dijo el pensador.
-"Bueno, lloramos porque queremos que la otra persona nos escuche", dijo otro alumno. Varias respuestas se dieron, pero no convenció al pensador.
Luego dijo: "El hecho es que cuando dos personas están enojadas, sus corazones están muy lejos. Para cubrir esta distancia es necesario gritar para oírse”. Cuanto menos se oigan, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro. Por otra parte, ¿qué sucede cuando dos personas están enamoradas? No gritan, hablan en voz baja. ¿Y por qué?
Debido a que sus corazones están muy cerca, la distancia entre ellos es pequeña. A veces, sus corazones están tan cerca que ni siquiera hablan, sólo susurran. Y cuando el amor es más intenso, no es necesario siquiera susurrar, sólo mirar. Sus corazones están destinados.
Por último, el pensador concluyó: "No digas palabras que se puedan espaciar, porque llegará un día en que la distancia reunirá los espacios y no habrá más que el camino de regreso."
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