19 de septiembre de 2010
Hamlet ~
Ser o no ser, esa es la cuestión. ¿Qué es más irritante para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna o tomar las armas contra un océano de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? Morir, dormir, tal vez soñar, no más. Si, ahí está el obstáculo. Porque es obligatorio considerar que sueños pueden sobrevivir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida. Porque, ¿Quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las humillaciones que recibe el paciente merito del hombre indigno, cuando uno podría procurarse el reposo con un simple puñal? Así la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes y así la primitiva resolución desmaya bajo los pálidos toques del pensamiento...
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