Dramas de mi adolescencia.

23 de febrero de 2013

Desnuda en su cama, perdida en mi mente


La ropa tirada en el suelo y los libros sin terminar como esta historia que pareciera siempre volver a empezar.  Puede haber tantas pastillas en mi escritorio como mis ganas de perderme a mí misma, dejarme caer en tus firmes brazos o besar tus raspadas mejillas. Podías cargarme con tanta intensidad como una tormenta y hacerme entender cada día, que tan de memoria me conocías; hacerme sentir como un simple manual, un animal adiestrado. Repito la misma canción y acostada bajo el velador viendo moscas buscar la luz; hay tanta desesperación en sus ojos que podía sentirme igual. Al tanto estas de cada daño que causas, pero nada nunca podrás cambiar. Creer que existe una vaga esperanza que te haga discurrir debilita cada fibra de mi cuerpo. Es como si no me perteneciera, como si dejara que me usara conscientemente, sabiendo que me habla cuando quiere y me ignora siempre que lo necesito.  Aceptamos el amor que creemos merecer, reconocemos nuestros errores y calculamos las consecuencias; dejando atrás nuestros anhelos, y acostumbrándonos a lo prohibido; a lo tentador.