Dramas de mi adolescencia.

20 de enero de 2013

The paranoia of our skin

Retroceder las imágenes en mi cabeza  y volver los años recordando aquel dialelo, círculo vicioso que no podíamos dejar de transitar. Peleas, disculpas, risas y peleas. Cuando sientes que estas cansado de toda tormenta, cuando quieres terminar pero no sientes el cuerpo, cuando no hay fuerzas. Sale el sol, y entiendes lo demás. Entiendes que ha despertado pero no que siempre quedara. No conociéndolo, con su orgullo bien en lo alto, y sus tan seductoras historias de penurias amorosas, que lograban ensuciarme frente a los alrededores hasta por debajo de mis uñas. 
Yo había sido firme, solo quería a ese hombre como un amigo; solo que eso no le bastaba, porque debajo de sus ojos no sentía nada más que rencor y celos, impotencia y venganza. Sabia jugar bien las cartas, era el maestro de las máscaras. Conocía mis movimientos, afirmaba con sonrisas tener la habilidad de usarme como un as para matar, un viejo títere que acababa de encontrar. Pero no podía manejar mis sentimientos, y saberlo lo hacía perder el control. Era un caballero de armadura reluciente, que pasando los años se oxidaba como sus esperanzas de complementarse. Lo amaba como un hermano, y él a mí, como una arpía de un mal sueño que no lograba despertar. No conocía las consecuencias, temía vivir encadenada a aquella desdicha por siempre. Tampoco sabía cuanta carga de culpa llevaba en todo eso, solo no quería lastimar mas nuestros sentimientos. La distancia tomo el trabajo de dividir los caminos, de convertirnos en desconocidos.  Y el karma dio vuelta mi cara, ahí supe lo que se sentía ser el. Era una pobre niña, una ignorante santa que sintió el cansancio del silencio brotar de sus venas y la necesidad de dejar atrás la infanta soñadora de príncipes azules. Ya no quería mas las ropas de bebe, ni un hombre al cual amar. Contrario a mi destino, concreto sus sueños de complemento, de ensalce afectuoso de una obsesionada mujer que no lograba entender mi ya poco interés. Habíamos crecido, había aprendido del cambio. Quizás el destino se encargue algún día de dar algún punto, o dejarlo como esta, tal y como decidió quedar…Atrás.

4 comentarios:

  1. Bueno, supongo que tienen razón, despues de cada tormenta siempre sale el sol. Solo nos demuestra que eso no va a fallar nunca, que aunque dure la tormenta infinidades, luego va a salir el sol. Cuando sentimos que perdimos hasta lo ultimo que queda de nuestras esperanzas, sale el sol!
    Saludos, te espero en mi blog!

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  2. uff todo en esta vida se termina..nos hacemos mayores aunke no queramos..espero que el destino te vuelva a poner a esa persona en tu camino bss

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  3. Hola cielo!
    Siempre he pensado ue despues de cada tormenta tiene que salir el sol, de hecho, la vida siempre es asi. Subir y bajar.
    Un beso! Te espero en mi espacio: May R Ayamonte

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  4. Muy cierto.. para adelante. ! espero tu visita http://anecdotasdemasi.blogspot.com/

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Antes de cualquier cosa, prefiero un comentario. Por favor, no seas agresivo en mi mundo perfecto. En este lugar, puedo ser realmente yo misma. Leo y respondo. Gracias.